ELCHE
Elena Martinell cantó como los ángeles en el Festival Medieval
La compañía Aljama cerró el ciclo juglaresco en la iglesia de San José Una alegoría con las estaciones del año mezcla teatro, música y títeres
G. ORTS / L. RUBIO/ELCHE
CICLO. Elena Martinell, junto a otro músico./ A. FOTOGRÁFICA
Con el espectáculo Tres juglares sefardíes: Navegantes, presentado por la compañía Aljama, finalizó el ciclo juglaresco que se ha venido llevando a cabo en la iglesia de San José, dentro de los actos programados en el X Festival Medieval, constituyendo un auténtico broche a los mismos. Como en días anteriores, se llenó el aforo del templo.
Elena Martinell cantó como los ángeles en el Festival Medieval
La compañía Aljama cerró el ciclo juglaresco en la iglesia de San José Una alegoría con las estaciones del año mezcla teatro, música y títeres
G. ORTS / L. RUBIO/ELCHE
CICLO. Elena Martinell, junto a otro músico./ A. FOTOGRÁFICA
Con el espectáculo Tres juglares sefardíes: Navegantes, presentado por la compañía Aljama, finalizó el ciclo juglaresco que se ha venido llevando a cabo en la iglesia de San José, dentro de los actos programados en el X Festival Medieval, constituyendo un auténtico broche a los mismos. Como en días anteriores, se llenó el aforo del templo.
El programa, con la interpretación de una veintena de canciones sefardíes, corrió a cargo de una magnífica soprano, Elena Martinell Vilata, quien con voz realmente deliciosa, fue desgranando canto tras canto, de forma continuada, incluso en alguna ocasión tocando también la flauta, contando con el apoyo musical de Josep María Martí, guitarra barroca, y Xavi Rodríguez, percusiones, quien tenía a su disposición toda clase de instrumentos y artilugios, como pandereta, tazón metálica, tubo con piedras, pandero, cascabeles, martillo, azada pequeña y bote con agua, que fue usando alternativamente consiguiendo unos efectos estupendos.
Volviendo con la voz, fue alternando sus cantos, comenzando por tres canciones tristes, para ir variando, intercalando piezas alegres, nanas, una de ellas realmente macabra, como ella misma significó, y otra donde puso de relieve sus posibilidades, de forma magistral, evidenciando un gusto en verdad exquisito en el canto. Igualmente tuvieron destacadas actuaciones los acompañantes musicales, particularmente en algunas puntuales piezas, como fue en la percusión con la canción Cuando el rey Nimrod, que se marcó un solo imponente.
Finalizaron su actuación con Üskiidara, para la que se solicitó la colaboración del público, acompañando a las palmas, que naturalmente se sumó al evento. Ante la mantenida salva de aplausos, volvieron al estrado para interpretar Cuando veo hija hermosa, que fue el broche final, reiterándose la ovación.